Ese daño silencioso.
- Eva Diaz Martin

- 13 sept
- 3 Min. de lectura
"La indiferencia hacia una persona implica una falta de implicación emocional de quien la ejerce acompañada de una apatía extrema.
Puede ser una forma de manipulación o de castigo o simplemente un reflejo de la falta de interés.
La indiferencia duele porque confirma lo que no queremos aceptar. Que al otro no le importamos.
Es importante reconocerla para poder protegerse y para buscar soluciones porque nos afecta negativamente en las demás relaciones interpersonales.
Insistir ante un rechazo continuado solo profundiza la herida.
Cuando alguien nos ignora, nos muestra con claridad dónde NO debemos estar".
Pues bien, la teoría me la sé, pero he tenido que sufrir esta indiferencia en repetidas ocasiones de la misma persona para poder aceptarla por fin y ponerme manos a la obra.
En realidad no la he aceptado, pero digamos que tengo que resignarme porque me está minando como persona y destrozando esta autoestima ya de por sí muy famélica.
En este mes de agosto he vuelto a trabajar y aunque no hay apenas actividad, agradezco tener que madrugar y mantenerme entretenida durante la jornada laboral. Por la noche, cuando me acuesto, la historia cambia. Intento irme a dormir cuando ya estoy agotada pero el calor no da tregua y me cuesta coger el sueño o más bien que el sueño me coja a mi, me recoja y me acurruque durante escasas 5 horas a un lugar tranquilo y calmado.
Mi mente se resiste.
Las vivencias y los recuerdos se avalanchan en mi mente y yo no quiero recordar. Yo quiero olvidar, borrar todo lo que tengo guardado.
A veces sacudo mi cabeza de un lado a otro cual perrillo sacudiéndose el agua pero sólo consigo marearme y me repito en voz alta "qué tonta eres...".
Ahora toca salir de la zona de confort, o lo que viene a ser lo mismo, cambiar mis hábitos del día a día. Empezaré por evitar los lugares donde sería probable encontrarle.
Supone un esfuerzo enorme dado que algunos de ellos me hacen sentir bien y me siento acogida y bien recibida.
Hasta ahora lo hacía al revés. Me pasaba por los sitios donde podía estar...pero no me hace bien. Muy por el contrario, me sentía menospreciada e invisible.
Tener amigos o conocidos en común tampoco ayuda. Otro ejercicio será evitar ciertos escenarios para evitar posibles coincidencias.
Como sufro altibajos de humor, mi estado anímico se está viendo perjudicado.
Resulta que es posible que tenga falta de neurotransmisores presentes en el cerebro.
Por lo visto, es posible liberar estas sustancias de forma natural a través de poner en práctica diversas actividades y adaptar ciertos hábitos...no más pastillas, esa es la clave.
Las 4 magníficas son las endorfinas, la serotonina, la dopamina y la oxitocina.
La oxitocina es conocida como "la hormona del amor" y se libera con el contacto físico...mal vamos...esto es: abrazos, besos o relaciones sexuales, pero también nos vale las interacciones sociales positivas y el tiempo de calidad con los seres queridos.
Nos valdría escuchar música y cantar dado que practicar meditación, taichi y yoga no lo termino de ver.
Lo de escuchar música me despierta emociones dispares.
Me encanta escuchar a Nacho Vegas pero las letras las hago mías, de manera que me identifico tanto con ellas y son tan duras y me recuerdan tantas vivencias que sin querer se escapan las putas lágrimas.
Al Vegas, mejor, lo dejamos en pausa un tiempecito hasta que remonte un poco.
Las interacciones sociales sí se me dan bien. Eso sí, con ciertas personas de momento mejor no interactuar hasta que me encuentre mejor.
Si hablamos de la dopamina, asociada con el placer y la motivación, se libera con el ejercicio físico.. y con la consecución de metas, por pequeñas que sean.
Como hace mucho calor en estos días, salgo a caminar a partir de las 8 de la tarde.
Me está costando mucho, pero me estoy obligando...muy bien, Eva, me repito para motivarme.
Una alimentación rica en "tirosina" también puede aumentar los niveles de dopamina.
Está presente en almendras, plátanos, chocolate y lácteos.
Los apuntaré en la lista de la compra, pues a decir verdad en verano y no estando mi Gon en casa sobrevivo a base de salmorejos y ensaladas...
Pues bien. La lista de los deseos ya está lista. Ahora solo queda llevarla a cabo.
Me estaba acordando ahora de Amanda, la que fue mi terapeuta. Creo que le gustaría la idea de, por fin, ponerme manos a la obra.
Mi pedicura y manicura...perfectas.
Ahora en verano tiro de colores pastel, rosa chicle en las manos y azul cielo en los pies.




Comentarios