Pequeñas historias de una vida
- Eduardo Jiménez Segado
- 2 feb
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 27 feb
El precio de la ambición
No, no era una película de Charlot donde las cámaras sólo tomaban 16 fotos por segundo, en lugar de 24, dando la apariencia de movimientos mas rápidos, no eran los movimientos rápidos debido a la ansiedad, tensión, preocupación y por que no miedo producido por tener que trabajar en un entorno bajo radiación ionizante, lo que estaba viendo a través del monitor de control. No hacía mucho que había entrado en la empresa y como joven bastante ambicioso, rápidamente había escalado en la empresa, llegando a ser jefe de grupo trabajando en centrales nucleares de última generación. Era un puesto bastante bueno, con un salario y beneficios que superaban con creces lo que muchos de sus compañeros todavía estaban buscando en el mundo laboral.
Sin embargo, a medida que me adentraba en el conocimiento específico de los trabajos a realizar, empecé a notar una disonancia entre la planificación teórica de dichos trabajos y la realidad. Los protocolos de seguridad, aunque exhaustivos, eran complicados de llevar a cabo en toda su extensión. Los equipos de mantenimiento, compuestos en su mayoría por trabajadores veteranos, realizaban sus tareas en condiciones que para mi las consideraba peligrosas.
Cada día, veía a estos hombres veteranos arriesgando sus vidas en espacios confinados, expuestos a ese tipo de radiación. Sus caras, curtidas por el trabajo y el paso del tiempo, reflejaban una resignación que cada vez me resultaba cada vez más difícil de aceptar.
Empecé a plantearme transmitir mis preocupaciones a mis superiores, pero eran unos trabajos que se estaban realizando desde hacía mucho tiempo, con muchos años de experiencia en los mismos, donde todos los riesgos estaban bajo control y que la seguridad era la máxima prioridad de la empresa. Sin embargo, no podía dejar de pensar en estos trabajadores y mas que en las posibles consecuencias de un accidente, en el mundo de las centrales nucleares está todo muy controlado, si por los efectos producidos por la radiación a largo plazo.
Poco a poco me convencia a mi mismo que no tenía ni la edad y por lo tanto la suficiente experiencia para seguir responsabilizandome de este tipo de tareas , tareas que conllevaban poner en riesgo la seguridad de las personas.
Tomé una decisión difícil pero necesaria desde un punto de vista personal. Empecé a buscar trabajo en otro sector, trabajos muy relacionados también con la tecnología pero que no conllevara este tipo de responsabilidad. Me ofrecieron un puesto muy interesante en lo que parecía una pequeña empresa pero que resultó ser una de las que generaron la mayor empresa de consultoría y tecnología española. Al renunciar a mi trabajo, tanto mi jefe como mis compañeros se mostraron sorprendidos y sobre todo decepcionados, pero yo sabía que hacía lo correcto.
Al abandonar la empresa, me sentí aliviado pero también un poco perdido y porque no decirlo un poco desleal a mis jefes y compañeros que me habían apoyado desde el inicio en la compañía, que se habían arriesgado a confiar en mi a la hora de gestionar situaciones complicadas, en fin que me estaban llevando como si fuera sus propios hijos. Enseguida me incorporé al nuevo puesto donde el primer saludo de bienvenida fué una gran reprimenda de la dirección porque no se estaban cumpliendo los objetivos previstos, pero bueno eso solo fué el primer día partir de entonces todo cambió.
He querido traer esta historia como un recordatorio de que el éxito no lo es todo. A veces, es necesario tomar decisiones difíciles y sacrificar nuestros propios intereses en aras de un bien mayor. Y aunque la decisión pueda parecer extrema, en la vida profesional se presentan dilemas morales a los que hay que saber enfrentarse.
Jefe tóxico - Un nuevo horizonte
Normalmente estamos acostumbrados a oír la expresión de “amistades tóxicas”, en el mundo laboral nos enfrentamos también al “Jefe tóxico”, aquel jefe que continuamente está manipulando con objeto de buscar el control o influenciar a los demás para obtener beneficios personales, la buena noticia es que encontrarnos estos retos en el mundo laboral muchas veces nos descubre nuevos horizontes que no teníamos previstos.
Llevaba ya algunos años trabajando en un departamento donde había hecho un entorno muy satisfactorio de trabajo tanto con los compañeros de la empresa como con los clientes con los que trataba.
Estaba en mi zona de confort, me sentía seguro, cómodo y familiarizado en el trabajo, mis habilidades y experiencias me permitían enfrentarme a situaciones sin demasiada dificultad o estrés.
Aunque la zona de confort puede ser cómoda, permanecer en ella puede limitar nuestro crecimiento personal y profesional, así que un día decidí salir de esta situación de amable estabilidad y enfrentarme a nuevos retos que me permitieran el desarrollo de nuevas habilidades, alcanzar otras metas o simplemente conocer nuevos compañeros.
En esta búsqueda fué donde me encontré al famoso “Jefe tóxico” , no puedo decir que me sintiera engañado porque ya era conocida su forma de trabajar donde anteponía sus objetivos personales ante cualquier otra circunstancia que se desviara de dichas metas.
La situación evolucionó de una manera que yo no había contemplado, el nuevo proyecto al que había sido asignado no estaba bajo su responsabilidad directa, y al poco tiempo me dí cuenta que el objetivo que tenía para mi era servir de espía en la sombra, no trabajando contra los objetivos del proyecto sino mas bien recopilando información detallada para transmitirsela a él directamente ya que el proyecto como poco a poco como acabo de comentar no dependía de él, sino de un equipo ya formado y con una estructura organizativa diferente.
Pasado el tiempo me enteré que no había sido la primera persona con la que había estado contactando. Mi situación laboral de estancamiento y de capacidad para lograr otras metas me hizo no ver las cosas claras y aceptar promesas muy atractivas pero que, en realidad, escondían muchos inconvenientes. .
Pero este no es el objetivo de esta pequeña historia personal, sino al contrario uno mucho más positivo y que por venir de una situación un poco anómala lo hace mucho mas interesante y provechoso.
Me encontré que las metas que me había propuesto para este nuevo desempeño no se estaban cumpliendo, pero me encontraba en la encrucijada en la que por un lado no podía volver a mi antiguo puesto y por otro donde estaba actualmente me consideran un extraño,un sobrevenido y como era evidente aunque yo no lo hubiera visto ya conocían la forma de proceder de este jefe tóxico.
En este tiempo un compañero del trabajo que en los últimos años había tenido un trabajo muy exigente con una disponibilidad casi absoluta de cara a los clientes, un trabajo que le había absorbido por completo durante años, pero que empezaba a pesarle decidió darle un giro a su carrera profesional e iniciar una nueva trayectoria en proyectos de cooperación internacional . De pronto me encontré en el lugar perfecto, el hallarme en “ningún lugar” me permitió unirme a este nuevo desafío, una nueva “aventura” exigía un dominio del inglés y una buena capacidad de organización, no me costó lanzarme a este nuevo cometido, el trabajo en proyectos de innovación internacionales eran menos exigente en cuanto a la relación con los clientes, pero también significaban un cambio radical en su rutina, había que adaptarse a nuevas culturas, horarios y formas de trabajar, y un alto conocimiento de un idioma extranjero que aunque yo no lo tenía suponía un reto que yo no podía ignorar. La idea de utilizar nuevas formas de trabajo, colaborar con personas de diferentes países, viajar, cubrían con mucho mis expectativas soñadas.
Los primeros meses en este nuevo desempeño fueron realmente un verdadero reto. Trabajar de forma autónoma, gestionar proyectos complejos y a coordinar equipos multiculturales. Pero, a medida que pasaba el tiempo y me iba adaptando , empecé a disfrutar cada vez más de mi nuevo cometido.
La posibilidad de viajar, de conocer personas de todo el mundo y de contribuir a proyectos de gran envergadura, compensaba con creces la pérdida de una posición laboral, me volvía otra vez a sentir más realizado y satisfecho que nunca.
Además, el cambio de ritmo me permitió gestionar de forma diferente el tiempo y poder planificar de manera mas personal el mismo.
Esta pequeña historia que he intentado transmitir demuestra que a veces es necesario salir de nuestra zona de confort para encontrar nuevos retos con los que nos podamos realizar tanto profesionalmente como de manera personal. A veces, el camino más seguro no es el que nos lleva al éxito profesional, sino el que nos permite crecer como personas y desarrollar nuestro potencial desde otras perspectivas diferentes.
Un pequeño dilema
Como ya he comentado llevaba ya algunos años trabajando como ingeniero de sistemas con una prometedora carrera en una gran corporación. Mi trabajo era ya absolutamente estable, bien remunerado y me ofrecía oportunidades de crecimiento sólidas.
Trabajando en un proyecto conjuntamente con otras empresas, una de ellas se fijó en mí y me propuso trabajar con ellos, era una gran empresa del sector aeronáutico, El salario inicial no era muy atractivo, pero los beneficios y las perspectivas de futuro eran comparables a mi empleo actual (al menos en ese tiempo eso me parecía a mí).
Me encontraba por tanto ante un pequeño dilema. Por un lado, esta empresa del sector aeronáutico representaba una gran oportunidad única ya que era líder en el sector, pero por otro lado, el trabajo estable en la empresa actual me proporcionaba una seguridad que, en ese momento, parecía más importante que cualquier otra aventura empresarial, además trabajaba dentro de un equipo formado por unas personas de gran valía tanto en lo personal como profesionalmente.
Pero la vida como siempre sigue su camino, mi mujer se quedó embarazada. La noticia evidentemente nos llenó de alegría, pero también de una nueva responsabilidad: asegurar un futuro estable para su familia.
Después de largas conversaciones con mi mujer , decidimos priorizar la estabilidad. La idea de un bebé en camino nos hizo más cautelosos. Así que opté por rechazar la oferta y quedarme en mi trabajo actual.
Los años pasaron y mi carrera profesional con tantas expectativas de futuro se fueron difuminando, en el camino hacia la consecución de la gran empresa tecnológica que es hoy, la compañía en la que trabajaba pasó por varios expedientes de regulación de empleo, aunque ninguno me afectó directamente, si que me afectaron las reducciones de los beneficios social con los que disfrutaba así como de un sueldo que no se incrementaba, pasé de tener un salario competitivo en el sector a un salario más o menos mediocre.
A medida que se iba gestando esta nueva empresa, haciéndola mas grande y por tanto mas burocrática, mi rol se volvía cada vez más especializado y menos estratégico. Me encontré atrapado en una rutina, cumpliendo tareas que, si bien eran importantes, no me motivaban como antes.
Mientras tanto, la empresa que había rechazado se convirtió en una de las empresas más valiosas del sector. Mis antiguos compañeros habían crecido en la misma con cargos de responsabilidad que envidiaba.
A pesar de algunos logros profesionales, no lograba reconocimiento de los mismos y recurrentemente me preguntaba si había tomado la decisión correcta. La estabilidad que había buscado había venido acompañada de una cierta monotonía y de la sensación de haberme perdido una oportunidad única.
Reflexiones sobre la decisión
He querido mostrar esta pequeña historia personal como ejemplo de cómo las decisiones que tomamos, a menudo influenciadas por factores externos como la familia o la economía, pueden tener consecuencias inesperadas a largo plazo.
La Seguridad vs. Riesgo: La búsqueda de seguridad es un instinto natural, especialmente cuando se forma una familia. Sin embargo, evitar riesgos puede limitar nuestras oportunidades de crecimiento y realización personal.
Oportunidad vs. Estabilidad: A veces, las oportunidades más emocionantes son también las más arriesgadas. Es importante sopesar los pros y los contras de cada opción antes de tomar una decisión.
Flexibilidad: La vida está llena de imprevistos. Es importante mantener una cierta flexibilidad y estar dispuestos a adaptarnos a los cambios.
Una vez cerrada mi vida profesional y reflexionando sobre ella no sé si fué una decisión necesariamente equivocada, sino que me ha invitado a reflexionar sobre el valor de las oportunidades y la importancia de mantener una cierta dosis de aventura en nuestras vidas.
Siempre hay que tener una actitud proactiva y optimista ante la vida.
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